REFLEXIONES

En esta sección podremos compartir reflexiones y anécdotas relacionadas con la labor docente. 

De acuerdo con los libros de historia, y con documentales que hemos visto en la televisión o en otro medio de comunicación, sabemos que en todos los tiempos han existido personas que han contribuido desde su función o cargo que de desempeñan, a transformar a las personas, ayudar a adquirir conocimientos y habilidades, enseñar valores, y a construir el conocimiento, todo en bien de la sociedad, en resumidas palabras enseñar a: hacer el bien. En un tiempo fueron llamado sabios, filósofos, maestros, profesores y en la actualidad se usa mucho el término docente.
Sin importar el tiempo ni la denominación, todos han contribuido o han tenido la intención de mejorar la sociedad por medio del conocimiento, sin embargo, la misma sociedad, los seres humanos y todos en su momento y en su tiempo los hemos señalado, criticado y burlado. En todos los tiempos a los científicos-maestros se les ha tildado de locos, desubicados y en ocasiones recibieron como castigo penas corporales y hasta la muerte, por demostrar sus teorías o por aportar conocimientos nuevos que revolucionaron a la sociedad y en algunos casos aún siguen vigentes.
La profesión de ser maestro nos expone tal y cual somos, con nuestros defectos y virtudes. Ser maestro implica desempeñar diversos roles en la vida familiar y en el desarrollo profesional. La práctica educativa no se limita, por lo menos en secundaria, al desarrollo de contenidos de acuerdo con los programas oficiales, implica ser investigador: identificar problemáticas derivadas de las situaciones socio-económicas de los alumnos. De la misma manera tienes que ser consejero, juez, tutor, oyente y una serie de roles que casi a diario cambian de acuerdo como se presente la población estudiantil.
Por otra parte el rol familiar, cumplir como persona, padre de familia, hijo, compadre, hermano, amigo, buen vecino y lo que vaya resultando. Es cierto que es nuestra forma de vida, con nuestro salario sobrevivimos, tenemos un empleo, podemos decir, es parte de llosa recompensa a la labor, pero sobre todo, y esto lo sabes tu y todos aquellos que leen la presente reflexión, la satisfacción más grande de nuestro trabajo es cuando el capital humano es transformado, Por ejemplo, cuando la alumna o el alumno llegaba al salón de clases  y ni te volteaba a ver, pero cómo se siente cuando llega sonríe y te saluda. Y más cuando empieza a ocuparse de actividades para mejorar sus actividades escolares.
Maestra, maestro el mérito de nuestra profesión no lo esperemos de nadie, incluso si tienes la oportunidad de mejorar económicamente de acuerdo a tu desempeño, ese no es el mérito de ser maestro. Lo vamos a obtener cuando estemos satisfechos con la labor que desempeñamos y con nosotros mismos, cuando observemos los cambios de conducta en nuestros alumnos, cuando los obstáculos que se nos impongan en nuestro trabajo los podamos vencer, cuando dejemos de intimidarnos por el uso de la tecnología, cuando nos señalen y los demás no entiendan por qué no respondemos a sus críticas, cuando no nos preocupe cuanto avanzó mi compañero y yo no despego, cuando vivamos en armonía y en paz.
Lograr lo anterior no es sencillo, sobre todo en la sociedad actual en que vivimos, con características cada vez más violentas, des-humanizadas, con un consumismo excesivo, medios de comunicación que recopilan y distribuyen información inmediata, deterioro ambiental como resultado del abuso de los recursos naturales, desigualdad social, economías cada vez mas frágiles, en general una sociedad que se inclina por lo superficial y lo material, sin importar el costo que se retribuye, en todos los sentidos,
Es en este macro contexto, deshumanizado y caótico es donde nosotros desarrollamos nuestra profesión. Nuestra encomienda: formar, enseñar  y fomentar en  niños y jóvenes  determinadas características, llamadas competencias o habilidades, según lo indican los planes y las políticas educativas.
Con estas premisas y sin más preámbulos, nos preguntamos por dónde comenzar, qué debo y cómo hacerlo en mi espacio aúlico. Para lograrlo considero iniciar con la gestión de la clase: planeando de acuerdo con la realidad y cómo intervenir para modificar esquemas y paradigmas. Organizar la clase de acuerdo a lo planeado: materiales didácticos elaborados por los alumnos o el  maestro, las actividades pueden ser muy sencillas, sin embargo aveces por falta de tiempo u otros factores dejamos a un lado la valiosa intervención del alumno. Evaluar de acuerdo con la intervención y las aportaciones de cada alumno en la clase, así sea lo mínimo de participación (aplicación rúbricas), registrar las evaluaciones (participación, intervención en clase, resolución de problemas, trabajo en equipo, diseños, exposiciones orales y gestión). Retroalimentación, disponer de tiempo y espacio extra para esta actividad, la finalidad no es repetir lo mismo de la misma forma, sino identificar por qué a los alumnos les cuesta mas apropiarse de determinados aprendizajes y diseñar  un plan o estrategia para la solución. Gracias por tomarte el tiempo de permitirte  leer estas reflexiones, que con gusto comparto contigo, de conocer y reflexionar el gran reto de ser maestro y  por qué mejorar cada vez nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje.

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